Tiene 70 años y durante mucho tiempo laboró como soldador o albañil, pero afirma que “ahora está descontinuado”. Se confiesa morado hasta la médula, para para este adulto mayor el fútbol es mucho más que una final, “es ganarse alguito”.
Esta noche será determinante para liguistas y cartagineses. Sus equipos de fútbol disputarán el último partido del campeonato nacional en la segunda fase.
Eso sí, si los blanquiazules ganan el torneo se extiende 180 minutos. Si esto no sucede, los manudos amanecerán celebrando su campeonato número 31.
Desde las gradas y en medio de cánticos, serpentinas y humo de colores, muchos alzarán sus banderas para apoyar a los jugadores que los representan.
Y, aunque es morado hasta los tuétanos, don German será una de esas personas.
Solamente que en lugar de las gradas estará en alguna esquina y no será para apoyar sino para “ganarse alguito” y llevar sustento a su casa, a sus 70 años.
Aunque se divierte hablando de fútbol, para él, ésta fiesta es un asunto de trabajo, una forma de vida que encontró tras no poder ejercer otros oficios por su edad.
“Mi oficio fue soldador y albañil, pero ahora estamos descontinuados como dicen, ya no trabajamos. Ahora vendo diferentes banderas deportivas como la de la ‘Sele’ y equipos nacionales, a vender eso me dedico”, cuenta don Germán.
Duro dato. Don Germán representa a 933.000 costarricenses que trabajan pero en la informalidad, según la última Encuesta Contínua de Empleo.
Un empleo informal es todo aquel remunerado, ya sea en la modalidad de autoempleo o asalariado, pero no está registrado, ni regulado ni protegido por el marco legal, según la definición de la Organización Internacional del Trabajo, OIT.
Los trabajadores informales no tienen contratos, prestaciones, ni seguro social.
Del total 577.000 son hombres y 356.000 son mujeres.
Don Marcial es otro caso. Todos los días sale con un carrito de supermercado a vender limón mesino a la esquina conocida como la Casa de los Figueres en Curridabat, una ubicación que considera estratégica pues por ahí pasan muchos seguidores del cartaginés.
Cuando hay partidos de fútbol importantes, como el de este jueves, saca banderitas para colgar en la antena de los carros o en sus ventanas.
“Sí, esas van instaladas en el parabrisas y también tenemos los guantes y los banderines, baratos a mil colones”, dice don Marcial, quien primero se ríe cuando le preguntamos la edad y luego contesta “bastantes añillos tengo”.
Así, tanto don Marcial como don Germán aprovechan cada ocasión especial para vender más. Cada bandera significa una mejor oportunidad de llevar un plato más de comida a su mesa.
De hecho, el ruego de don Germán es para que gane Cartaginés, pues dos partidos más significa más banderas vendidas.
“Para muchos será el último día, pero para otros hay dos partidos más. Tiene que ser Cartago por muchas razones y está bien. Vamos a ver qué pasa”, exclamó este pulseador.
Su esperanza es grande, pero por aquello hasta le sugiere al entrenador un planteamiento para que lo aplique a su equipo en la cancha.
“Que no tenga miedo a poner a jugar a los buenos jugadores, que los tiene. Tiene a Marcel para ponerlo en el medio, a Araya para un lado y a Cusuco Guevara del otro. A Barrantes que lo ponga detrás de ellos tres. También debe poner dos mediocampistas y cuatro jugadores en la defensa reforzada con los dos del medio campo. Que juegue tranquilamente, que no ande con mezquindad jugando con miedo, porque tiene los jugadores para hacerlo”, planteó don Germán.
Así es la vida. Cada uno juega su partido. Algunos se alinean todos los días, en cualquier lugar, a cualquier hora, a cualquier edad.
Pero, también, así es el fútbol y así es la economía … cuando se juntan hacen un buen equipo.
