Dayana Rojas siempre tuvo la idea de crear un llamativo emprendimiento relacionado a su pasión por las mascotas, lo que quizás no imaginó es que, para construir su proyecto, aparecerían dos estudiantes de quinto año para darle ese ’empujón’ que le faltaba. Esta es la historia de un parque de perros en construcción, pero también de la llamativa incubadora de dos colegialas.
Café con Huellas es un emprendimiento de Dayana Rojas, una mujer que considera que las mascotas son parte de la familia y que como tal, éstas y el resto de miembros merecen un espacio para compartir.
Ese lugar fue soñado por Dayana quien además de su sensibilidad social pudo ver que había un negocio posible en su idea.
“Vimos ese vacío y decidimos tomar este emprendimiento, crear un lugar donde los caninos sean los protagonistas y donde se sientan felices compartiendo un espacio con sus dueños”, manifestó la mujer amante de los perros, quien en este momento trabaja en las bases del proyecto del parque de perros. Muy pronto se anunciará en dónde se lanzará este parque.
“El propósito es brindar un espacio a los caninos y su familia porque normalmente cuando visitas un parque, la gente los acompaña pero no es un lugar específico para ellos”, agregó Rojas.
Pero, aunque ella sabía que su iniciativa tenía todo para ser exitosa, no lograba sacarla de su mente para convertirla en realidad y cumplir los objetivos trazados.
Fue cuando conoció a Natalia Chavarría y Karina Knohr, estudiantes de undécimo grado de Lincoln School, impulsoras de una obra de bienestar social conocida como Morphosis y que actualmente empieza a dar sus primeros resultados.
Morphosis es una incubadora de emprendimientos que apoyan a 30 mujeres como Dayana, que explora sus fortalezas y les da conocimientos básicos de administración y finanzas para desarrollar un producto o servicio para iniciar su negocio.
Son mujeres con pocas oportunidades y en condición de vulnerabilidad.
Natalia Chavarría defiende que la educación para el emprendimiento es la ruta para que las personas se superen y que ese camino debe ser inclusivo.
“Más que todo era incluir y ayudar a las personas de poblaciones vulnerables, como extranjeros y las mujeres y por eso empezamos con ellas, pero nuestro plan es extender a todo el público y a toda la población y hacer que este proyecto sea para jóvenes y adultos de cualquier edad y género”,señaló la estudiante.
Karina Knohr tiene un espíritu solidario y su tema favorito es el empoderamiento de las mujeres.
“Lo que me gustaría decir es que lo que sea que haga y donde sea es dejar un cambio positivo. Me queda un año en el colegio y me quiero graduar sabiendo que hice un cambio, un paso adelante para ayudar a la comunidad. Me mueve mucho el tema del empoderamiento para que ellas tengan un mejor futuro y yo también”, manifestó Knohr.
Otros llamativos proyectos. Las mujeres beneficiadas desarrollan cinco proyectos.
‘Yo también tuve 20 años es otro de los ejemplos’, esta iniciativa social busca favorecer a la población de adultos mayores por medio de una línea de productos decorativos con mensajes sociales.
Su creadora Nuria Contreras relata que la idea nació por una vivencia personal.
“Surgió de una idea donde una de las compañeras vio y vivió en carne propia el trato hacia el adulto mayor y nos identificamos mucho tanto en lo comercial como en el mensaje que queríamos transmitir. Nuestra idea es llevar a grandes cadenas nuestros productos con mensajes contundentes”, señaló Contreras.
Otras ideas llevaron a las emprendedoras a crear una pasta dental amigable con el ambiente, explorar en un JEEP los rincones más remotos de Costa Rica y traer a la vida la creatividad de los hijos por medio del juego libre.
Las estudiantes y Lincoln School, que las apoya, buscarán que el programa aumente su alcance, capacite a más personas e impulse una transformación social que genere encadenamientos y nuevos negocios.
