Después de 10 años de laborar en un colegio, Luis Fallas se financió la licencia UEFA con un préstamo y la rifa de unos tacos. Hijo de un agricultor, peón de una finca en Quebrada Amarilla, y de una madre que todavía ‘mejenguea’ a sus 60 años, Fallas forjó su carácter desde niño, aunque afirma que, “la pobreza se lleva en el corazón”. Este es retrato del técnico que saltó de la Pampa al Caribe en una semana y que sabe lo que es dirigir en Europa.
De niño, Luis Fernando Fallas pescaba su almuerzo. Se iba a la playa y aguardaba paciente a que bajara la marea, hasta que dentro de las rocas se creaban unas pequeñas pozas cristalinas.
En esos ‘estanques’ naturales quedaban atrapados decenas de pececillos, que luego pescaba y saboreaba a la hora del almuerzo.
Hoy técnico del Santos, Fallas sostiene que “la pobreza se lleva en el corazón”.
Criado en un rancho sin electricidad en Quebrada Amarilla, muy cerca de playa Hermosa de Jacó, este confeso aficionado del Puntarenas recuerda su infancia con especial cariño.
Para asistir a la escuela, cargaba los cuadernos en una bolsa de arroz y caminaba descalzo por la arena durante una hora todos los días. En ocasiones, hacía el viaje a caballo.
Su padre era peón en una finca ubicada muy cerca de la costa y su madre ama de casa.
Curiosamente, a su progenitor no le encanta el fútbol, pero a su mamá le fascina; a los 60 años, la señora todavía visita la plaza, pues le gusta ‘mejenguear’.
Cuando Fallas superó noveno año, decidió dejar el colegio para impulsar su carrera como futbolista. Jugó en la Liga de Ascenso y, posteriormente, decidió retomar los estudios.
Luego de culminar el quinto año, empezó la carrera de educación física, con la fortuna de que después de superar algunas materias lo contrataron en un colegio privado, en donde laboró durante casi 10 años.
Es porteño, pero hace 23 años reside en Orotina. Sin embargo, el fútbol lo ha llevado por todo el país, la mayoría de veces junto a su familia, que se muda junto a él a cada lugar en que se establecen.
Fanático del fútbol, Fallas combinó su trabajo con las responsabilidades familiares, pues se casó desde muy joven, y luego empezó a cursar las licencias de entrenador.
El técnico confiesa que, en una ocasión, le obsequiaron unos tacos y optó por hacer una rifa para recolectar dinero y así financiarse la licencia UEFA B.
“Fue de mucho sacrificio y esfuerzo. Algunas veces rifas, en otras préstamos. Ya tenía mi esposa y mi hija, pero se hizo un esfuerzo grande”, contó.
Paso por Irlanda. Los estudios en Europa marcaron un antes y un después en su carrera, pues luego de cursar la licencia, se le presentó la oportunidad de dirigir durante casi un semestre en la segunda división del balompié de Irlanda.
Fallas comandó al Armagh City de la segunda división por recomendación de la Escuela de Tecnificación de Barcelona, que fue donde cursó la licencia. El técnico reconoce que aquí desarrolló sus habilidades para luego buscar trabajo en el país.
Este fue el primer paso antes de regresar a los banquillos ticos, en una larga andadura que lo llevó a Barrio México, PFC, Limón, Guadalupe, Guanacasteca, la ‘Sele’ Sub-17 y ahora a Santos, el equipo al que dirigirá durante siete partidos.
A pesar del pésimo momento deportivo, el club caribeño venció a Saprissa y dejó ver un progreso en las últimas fechas, especialmente cuando recuperó a Javon East, ausente en las primeras jornadas ante la falta del permiso de trabajo.
Aún cuando Santos ha resaltado por ser un club de procesos, el técnico sabe que la posible llegada de un grupo inversionista mexicano deja su continuidad en vilo.
Por el momento, Fallas espera que la marea ponga las cosas en su lugar. El técnico seguirá ‘pescando’ y su anhelo es, algún día, dirigir a un equipo grande.
