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“¡Nos están vacilando!”, decía con incredulidad productora de ostras… y hoy siembran 80.000 en Isla Chira

by Daniel Rojas

Todo inicia con la siembra de las semillas de este marisco, producidas y enviadas por el laboratorio de la Universidad Nacional y que recogen en Punta Morales. Una labor que productora en la isla compara con tener una granja o bebés a los que se les deben dar todos los cuidados hasta que crezcan fuertes y sanos.

Si es amante de los mariscos, entonces de seguro se le hará ‘agua la boca’ al imaginar los siguientes platillos: Ostra en la concha con limón, cebolla y chile dulce, ceviche de ostra, o bien, la ostra en espagueti, gratinada o en sopa.

Pero para que estos moluscos lleguen a la cocina de los hogares o restaurantes para ser convertidas en estas y otras deliciosas preparaciones, hay todo un proceso previo que conlleva arduo trabajo, y sobre todo un extensivo cuidado.

Desde el año 2012, Puerto Palito en Isla de Chira, es el escenario ideal para el desarrollo del proyecto ostrícola ‘Ostras Chira’, manejado por doña María Eugenia Fernández Díaz quien lo trabaja junto a su hermana y a una amiga.

Entre seis meses y un año es el tiempo que lleva ver la ostra con el tamaño para ser comercializada. Conozca enseguida en qué consiste la producción de ostras realizada por estas emprendedoras.

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De la semilla a la ostra

Todo inicia con la siembra de las semillas de este marisco, producidas y enviadas por el laboratorio de la Universidad Nacional y que recogen en Punta Morales. Una labor que Fernández compara con tener una granja o bebés a los que se les deben dar todos los cuidados hasta que crezcan fuertes y sanos.

“Las traemos de un tamaño de 2.8 milímetros, las sembramos, a los ocho días hay que darles un cambio de bolsa o como decimos, un cambio de ropita, y las volvemos a poner en el mar” explicó la experta ostricultora.

Además, dice que el proceso es como un círculo vicioso: “Hay que llevarlas en panga a la tierra cada ocho días para hacerles limpieza, la selección de tamaño o tamizaje y así, hasta que alcancen la madurez”.

El tamizaje o selección de tamaño lo realizan en recipientes y luego las sacan por tallas, es decir, talla uno, talla dos y así sucesivamente hasta alcanzar la talla de madurez.

A estas ostras se les da tratamiento de agua dulce por 30 o 40 minutos, un poco de sol para fortalecer el músculo y la concha, y en la tarde las regresan todas al mar.

“¡Nos están vacilando!”

“Vino el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y en tres horas nos dio la inducción de cómo hacer el sistema de cultivo” recordó doña María Eugenia quien además confesó su desconfianza al inicio del proyecto.

Al ver que las semillas de ostras asemejaban un puñito de arena blanca, su pensamiento fue: “¡Nos están vacilando!”.

Pese a su incredulidad las sembró y una semana después las vio con la forma de la concha y empezó a creer que sí era posible cultivarlas.

“Empezamos 23 personas, luego quedamos 13 y actualmente somos tres mujeres haciéndole frente a este proyecto”, agregó Fernández.

Al mes, en temporada alta, se pueden vender 2.000 ostras a la semana y en temporada baja unas 700. En total, mensualmente se siembran 80 000 ostras, de las cuales hay un aprovechamiento de entre un 30 y un 35%.

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