“La gente pide justicia y que caiga todo el peso de la ley. Yo también. Más si vemos el rostro de Marco, un muchacho amable y amado, de una familia con altos valores, que aprendió a tocar la guitarra para acompañar la misa, porque Marco era un joven entregado a las causas espirituales, un muchacho noble”. De esto escribe Evelyn Fachler en su columna Serendipia.
Marco Calzada Quesada de 19 años fue asesinado a puñaladas en la entrada del Barrio Chino, luego de haber compartido con sus amigos.
Se retiró temprano de la mesa porque al día siguiente tenía que madrugar. Lo que se sabe es que más tarde lo asaltaron para robarle el celular y que el dispositivo fue utilizado como forma de pago a un taxista.
Pero esta historia tiene muchos rostros, está el hecho de que quien asesinó a Marco tienen 14 años y que al parecer lo entregó a las autoridades su propia madre. Ya de por sí eso debió de ser muy duro.
Claro, la gente pide justicia y que caiga todo el peso de la ley. Yo también. Más si vemos el rostro de Marco, un muchacho amable y amado, de una familia con altos valores, que aprendió a tocar la guitarra para acompañar la misa, porque Marco era un joven entregado a las causas espirituales, un muchacho noble.
El dolor de sus familiares y amigos es innegable, comparto la indignación.
Pero está además el rostro de este joven que a sus catorce años comete esta atrocidad.
Asesinar por un celular. O asesinar porque pertenecen a una banda de delincuentes que buscaron ese camino por ser el más fácil o porque no tienen las herramientas para hallarse otro, no se.
Muy triste, para todos como sociedad. Y yo se que la historia de Marco no es la única que ha ocurrido en nuestras calles. Pero me niego a acostumbrarme y ver esto como algo normal.
