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Otto, Nate y ahora Bonnie; pescadores de Cuajiniquil viven un calvario sin tregua con las lluvias

by Alejandro Arley

La cercanía de sus casas con el río y el efecto de fenómenos naturales que provocan fuertes aguaceros, son una mezcla devastadora para estas familias. Conozca aquí la historia de dos de los afectados que viven de la pesca.  

En una reciente gira de Noticias Columbia por la Zona Norte del país, visitamos la localidad conocida como Las Vegas, en Cuajiniquil de La Cruz, Guanacaste.  

Ahí vimos a muchas personas sacando agua y barro de sus casas por los efectos de la tormenta tropical Bonnie.  Además hacían recuento de los daños en sus pertenencias como electrodomésticos, colchones, sillones y ropa.

Juan Alemán comentó que tiene más de 30 años viviendo en Las Vegas de Cuajiniquil y en reiteradas ocasiones ha padecido por el desbordamiento del río que lleva el mismo nombre de la localidad.

Lo encontramos cuando, escoba en mano, empujaba el agua hacia afuera de su casa. Aseguró que esta vez, los daños no fueron tantos.  

“Con (el huracán) Otto (en el 2016) y Nate (2017), ahí sí fue pérdida total, no se pudo salvar nada. Y ahora está peor porque al otro lado, donde pasa el río, se llevó un árbol de mango. Ahí quedó feo. Ya en otro invierno, calculo que otra llena ya sí pasa por aquí”, expresó.

En cuanto al trabajo, el temporal le impidió trabajar y estuvo a punto de perder su panga. Le avisaron que corría el riesgo de hundirse y afortunadamente logró asegurarla.

Mario Traña es otro pescador con tres décadas de vivir en la comunidad. Comentó que, cada vez que hay mal tiempo en la zona, el río se sale y afecta las casas.

“Nosotros estamos acostumbrados, entonces levantamos todos los electrodomésticos, camas, todo… para que no se nos moje”, relató.

La mañana del pasado 2 de julio Traña y su hijo decidieron quedarse en la casa a la espera de ver qué ocurría con los efectos de Bonnie. Su esposa salió a uno de los albergues.

“Esta llena fue menos que con Nate. Con Nate (el agua) llegó hasta la ventana”, dijo mientras señalaba el frente de la casa.

“Hay que seguir para adelante. Dios lo ayuda a uno a levantarse cada año de esto. Siempre es al final del invierno, ahora es a mediados de invierno. No sabemos qué va a pasar en setiembre y octubre que son los meses más bravos”, añadió.

Traña bucea y pesca pulpo, sobre todo al inicio del invierno, entre abril y mayo. Los demás meses afirma que es más difícil trabajar.

Explicó que en las épocas de inundación, con el agua turbia y sucia no se puede pescar. Eso repercute en sus ingresos pues no puede vender producto en las  pescaderías.

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