Dudas, en forma de grietas, se multiplican en el París Saint-Germain antes de recibir el martes al Real Madrid en la ida por los octavos de final de UEFA Champions League y un par de pegamentos cohesiona al equipo más caro de la historia: el portero, ya sea Keylor Navas o Gianluigi Donnarumma, muy buenos lo dos, y en ataque el indetenible Kylian Mbappé.
Este viernes vencieron 1-0 al Rennes y fue un típico juego de este club multimillonario en esta temporada. El arquero respondió cuando fue exigido (Keylor) y al frente Mbappé salvó la tanda con un gol postrimero (93′).
En la rotación de dos partidos cada uno ya Donnarumma había cumplido su cuota, contra Niza y Lille, así que este viernes atajó Navas y. si fuese específicamente por rol, el tico también defendería la puerta el próximo martes por UEFA Champions League. El PSG enfrentará al Real Madrid.
La prensa gala reconoció que el costarricense respondió como se espera de un equipo grande, bien, atento y concentrado cuando fue requerido. La acción más exigente se suscitó en el alba del encuentro un tiro que Benjamin Bourigeaud picó fuerte, contra el césped, tomó altura y amenazó con “bañar” a Navas, quien se estiró cuán largo es para interceptar el balón justo cuando parecía incrustarse por el ángulo superior derecho. Keylor prefirió no correr riesgos y desvió al córner.
Footmercato.net le puso un 5 de calificación porque fue poco exigido, pero destacó que repeliera un disparo de contrapique de Benjamin Bourigeaud al 7′, tapada que también le reconoció Maxifoot.fr en lo que calificó como un “feroz remate podría haber vencido a cualquiera”. Le endosó un 5,5.
Por su lado, Parisfans.fr consignó que “hizo bien lo poco que tenía que hacer” y le dio un 6,5, mientras que ParisTeam.fr destacó que dejó el marco en cero e “hizo bien lo que tuvo que hacer (5,5).
En cuanto al ataque, Kylian Mbappé, que este verano hizo todo lo posible para pasarse al rival de los parisienses, que todavía no ha renovado su contrato con los franceses, mantiene paradójicamente en pie un edificio que hace aguas.
Su gol en el minuto 93 contra el Rennes anoche apareció como una pequeña anestesia en medio de todas las fracturas.
La más evidente, la que mantiene el club con la grada. El aficionado se aburre y no ve en el césped la promesa de lo que una plantilla tan afamada podría aportar.
La distancia entre los nombres y el fútbol ha acabado por agotar a los fans, que lo hicieron saber de forma sonora.
Tardaron 25 minutos en ocupar los fondos del Parque de los Príncipes, en señal de protesta por el rendimiento del equipo y, cuando lo hicieron, estaban pertrechados de pancartas duras con el club y con los jugadores.
“Una plantilla descuidada, una disciplina que deja que desear, mercenarios pagados de más”, escribieron en sus manifiestos, en letras grandes, para que nadie pudiera ignorarlo.
También dejaron claro el blanco de sus iras: “Leonardo: es hora de marcharse”.
El director deportivo es, a su juicio, responsable de que el equipo no esté rindiendo. Por ahora, Mauricio Pochettino, que no ha dado con la tecla para hacer jugar a la constelación de estrellas, y Nasser Al Khelaifi, que ha amasado esa galaxia a base de talonario, quedan en un segundo plano.
